El carrasco es un pino ampliamente extendido por toda la cuenca mediterránea, encontrándose en países como España, Turquía, Israel, Grecia, Italia o Algeria.
Cuenta la mitología griega que el pino carrasco era el guardián de la vida, y los celtas lo consideraban el árbol de la selectividad. Aparece también nombrado en la Biblia y en la obra de Plinio el Viejo (23-79 d.C).
Antiguamente el pino carrasco se empleó como combustible y para realizar carbón, así como para extraer su resina. En épocas de hambre se comían sus piñones abriendo las piñas al fuego. La madera de este pino no es muy apreciada debido a su alto contenido en resina, aunque la corteza se ha empleado para curtir cuero debido a su alto contenido en taninos.
No obstante, actualmente todos estos usos han desaparecido prácticamente, y el valor de esta especie radica en su valor paisajístico y protector de suelos, gracias a su buena adaptación a terrenos pobres y secos. También es apreciado en jardinería en lugares donde otros pinos no van bien.
Como última curiosidad, diremos que en Grecia se elabora desde hace más de 2.000 años un vino blanco con un sabor único, llamado retsina. El sabor se lo debe a la práctica de sellar los recipientes (principalmente ánforas) con la resina del pino carrasco. La resina permitía una mejor conservación del vino y le confería un sabor especial. Hoy en día, y a pesar de los avances tecnológicos, este sabor es tan apreciado que se sigue fabricando del modo tradicional.
Antiguamente el pino carrasco se empleó como combustible y para realizar carbón, así como para extraer su resina. En épocas de hambre se comían sus piñones abriendo las piñas al fuego. La madera de este pino no es muy apreciada debido a su alto contenido en resina, aunque la corteza se ha empleado para curtir cuero debido a su alto contenido en taninos.
No obstante, actualmente todos estos usos han desaparecido prácticamente, y el valor de esta especie radica en su valor paisajístico y protector de suelos, gracias a su buena adaptación a terrenos pobres y secos. También es apreciado en jardinería en lugares donde otros pinos no van bien.
Como última curiosidad, diremos que en Grecia se elabora desde hace más de 2.000 años un vino blanco con un sabor único, llamado retsina. El sabor se lo debe a la práctica de sellar los recipientes (principalmente ánforas) con la resina del pino carrasco. La resina permitía una mejor conservación del vino y le confería un sabor especial. Hoy en día, y a pesar de los avances tecnológicos, este sabor es tan apreciado que se sigue fabricando del modo tradicional.
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